La última cumbre

Por Mirko Lauer
Con la cumbre árabe-sudamericana ASPA postergada para las calendas griegas, la cita relámpago de Alan García con los presidentes de Chile, Colombia y México en Lima la próxima semana será el último acto internacional de alto perfil de este gobierno.
El momento elegido es delicado, pero la agenda parece clara: un convenio de libre comercio entre los cuatro países.
La presencia de Sebastián Piñera será la más llamativa de las tres visitas. La temperatura y el futuro de las relaciones con Chile son temas de la segunda vuelta peruana, y por eso la visita será de pocas horas, sin cena o almuerzo de por medio. Lo último que quiere este mandatario es verse enredado en la polarización electoral peruana.
Aun así, a Piñera le costará que la visita sea vista como neutra. El presidente chileno es un hombre de derecha con intereses en el Perú (formalmente suspendidos durante su presidencia), pero a la vez es conocida su proximidad con Mario Vargas Llosa, quien hinchó por él en la pasada elección, y que ahora está en activa campaña contra el fujimorismo.
Al mismo tiempo muchos en Chile ven con preocupación la perspectiva de que Ollanta Humala deteriore las relaciones bilaterales más allá de los plazos y las necesidades de la campaña. Hasta el momento Humala no parece contar con diplomáticos entrenados en su equipo, y esto lo viene reemplazando con impulsivas y altisonantes apelaciones a un patriotismo mecánico que percibe “desniveles en la relación con Chile”.
Es obvio que una conversación Humala-Piñera no se va a producir en este momento y contexto electoral. Pero puede haber lugar en las dos partes para discretos gestos que señalen que el camino para el diálogo podría abrirse de ganar Humala. Un vocero nacionalista capacitado en estos temas sería clave durante estas decisivas semanas, y después, por supuesto.
El acuerdo comercial del Pacífico que se empezará a discutir es una iniciativa mexicana, que de alguna manera redunda bajo el gran paraguas del acuerdo transpacífico APEC. Pareciera que Felipe Calderón está buscando una mayor presencia sudamericana que contrapese la creciente influencia de Brasil y alivie algunos de sus problemas internos.
Sin embargo la iniciativa, y la propia cumbre, aparecen en un limbo, con probabilidades de que la participación peruana quede postergada para el próximo gobierno, y supeditada a algunos cubileteos sudamericanos. Uno más de los temas vinculados a la continuidad de estos cinco años de una política exterior peruana con alta aprobación.
Fuente: La Republica.pe